martes, 30 de septiembre de 2014

EL PAÍS DE NUESTROS NOMBRES

 

Tiembla amada...

Cada mañana félida que vivimos
como un verano de tigres devorantes,
lastimados en garras rojas
como la huella del surco arado en la tierra/
El puente une sus cejas pobladas de palomas y
estira su elástica madera
de tu palma a mi mano/
Halla al mediodía
el pétalo de tu piel apergaminada,
la pintada gacela camina su quietud
en tu cintura de perfecta acuarela...

Pincel de tu amor...
Amor que no entiende de fatigas
ni reconoce el espanto,
cuando la tarde va entrando
su ultima ventana de crepúsculo menguante/
La noche cierra sus puertas anticipadas
en nuestro cuarto donde las bocas reviven...
Bocas...
Bocas nuestras de profundo fondeo,
van levando sus anclas de puerto conocido/

Las bestias animales escriben nuestro cuerpo de página
y como casales pingüinos devoramos la Antártida,
porque nuestra brújula de fuego no equivocó su camino/
La noche se resume en cuarentena
mientras la vida escoge su minuto selecto.
al reloj de una equilibrada ruleta
que segura lanza su bolilla de magia.
Va quedando tu vertical grieta calma,
cuando confías tus sueños de enardecida violeta
a la segura puerta de mi verde pecho,
instruido en las hierbas de un enero/

¡Amor!
Logramos que el frío julio agote su pulmón de planeta...

En el país que lleva nuestros nombres repetidos.

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