lunes, 29 de septiembre de 2014

LA VENA PESA


Sobre una gris nube en plataforma
el niño arrastra su hielera,
narra su infortunio.
La vena le pesa sin sentido ni forma
en el almanaque de junio.
EL azul sangra en gravedad,
se doblan sus palancas de retorno y
no tiene motor que bombee
la subida de su impulso/
La obesa rosa conoce el valor de la arteria,
el rojo liquido que trepa del corazón
de la madre tierra con latido y pulso/

No te desojes piel en esta cresta del camino
que las lenguas no diseminen
que nos dimos por vencidos
No se fatiguen músculos y huesos
que el niño precisa alerta los sentidos

II
Allí cae la civilización al profundo abismo,
en los atajos se desata la mezquindad que desgasta
las flores en sus macetas y la alevosía del urbanismo
enfoca la indiferencia del ojo a otro asunto.
Que nada sepa el dolor
de tardes acongojadas,
ni el olvido abra su hocico
tras una careta,
a veces hay que revolver las cosas muertas
para reconocer rostros valederos.
Convocar el paso del hombre unificado,
que el futuro no sea rumbo desconocido/
Que arda el frio de la hielera
sobre las piras en las avenidas del cadalso.
De todo lo que pasa en la marea diaria
que se suelten las amarras de brea
en las gélidas anatomías,
que aquí, señores de las gradas,
se mitiga la pena con la poesía
y se troca la angustia por la alegría.


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