domingo, 28 de septiembre de 2014

EN TUS ENTRAÑAS DORMIDAS

¡ Ah, callado amor ¡
que rumorea el sueño silente de las caracolas
desvestida sin rubor como la ostra nudista con alas de gaviota,
volando agua azul y olas.

Tu turgencia es mi tacto predilecto.
Tus caderas me seducen porque caminan con tu alma
Tus senos me reviven de aire y luz
Cuando siento el trópico visible de tu pecho latiendo.
¡Ah desnuda ¡
Estatua de piel cobriza, refulgiendo en el aleteo profundo de la noche
cuando los recuerdos hablan y
la vista va mas allá de los montes verdes.
Nos vio la tristeza
Empañar los cristales en las pupilas
El gemido arrasador de los sueños diluidos
Pero los hemos revisado con esmero científico,
Con el paciente tiempo de la arena pesada,
exhumando cada célula ladrona,
con los cuellos ruborizados de labios.

Sin perder un crepúsculo ni una tarde de ventana soleada.
Haciendo del amor unido una amnistía.

Nadie vio nuestros espectros alejarse solos
tras los cerros paralelos del desencuentro
Anduvimos los rieles de la vida con los hierros de un tren indivisible.
Ni la vil moneda corriente del trajín diario
con los papeles de usinas a cuestas y algún otro derroche urbano
-como una canilla goteadora o un teléfono desgastado-
¡ Pudo mas nuestra unión ¡
Que los guijarros cotidianos.
¡ Ah, pez colorido de mis aguas entrañables ¡
las mareas cotidianas no mellaron nuestra maroma de agarra
ni el agua revuelta del naufragio desapasionado
pudo con nuestra vela negra de pirata izada y
la bandera patriota de nuestras comarcas.
Nos sobró  un buque para el amor de bote y
los brazos en remo coordinado.
Dividimos las aguas ásperas amotinadas,
apretando los genes lúgubres del viento golpeando los rostros.
Saltamos la tempestad con cuatro piernas atletas,
de muslos y huesos, y corazones erigidos.
Sobreviviendo las hojas del almanaque
con los mástiles estirados en los brazos y los ecos divididos enterrados.
Y yo, amada mujer.
Despierto a tu lado en cada mañana
Forjado por la noche en las flores alertas de tu jardín de alma dulce,
donde duerme la uva enternecida.
¡ Ah, mujer presente en mi latido ¡
con tu sonrisa de espíritu en puerto salpicado
emerjo con mis alas germinadas
la piel con tu humedad de embalse en lago,
buceando el fondo de estero, en tus entrañas dormidas.







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