martes, 29 de abril de 2014

MUÑECA ENTRE MIS BRAZOS

Muñeca mía,
amor mecido en mis brazos.
Cuantas bifurcaciones
en la senda del beso.
Múltiples atajos
a esa piel que resalta
desde el cuerpo del cuarzo.
Inmenso panorama
es tu cuello
que parece abrirse en dos columnas
sosteniendo al cielo.
Como encontrar el perfecto sendero
al viaje del ombligo/

A la cúspide de tus cerros.
soy devoto peregrino,
caminante sin fronteras
de países,
fugitivo de comunas,
rehén de tu edredón,
pluma de piélago,
voluntario secuestro,
soy las sandalias del viento,
el pié herido
que busca ocupar tus templos/

En mi conmoción rezo
cual creyente devoto.
Soy el alpinista ascendiendo a
tu rostro de tropical apariencia con
un modesto crucero de palos en balsa.
En la revolución de las islas
ola que se alienta,
océano de espejo
en tu cristal que no se dobla
ni lo quiebran los martillos del viento/

Soy huesped piadoso
en los pliegues de tu figura,
el combatiente que reclama
los brazos de la guerra
donde sepultamos profecías
pálidas, heridas esculturas
en el olvido de la espalda/
Dentro de la dulzura de la breva
creamos adivinanzas
de siete lenguas,
Idiomas de corceles briosos
galopando en la noche amparada cuando
giramos como turbulento remolino,
arpegiando notas del aire
guardados en el cuerpo de la guitarra.
En su hueco somos sonido que no calla
su proclama y en el diapasón resonante cigarra
helicoidal que se enrosca en las arterias/
En el camino de la linfa
soy la cuerda prima,
dura como alambre
tierna cual ave herida precipitándose en
nocturnos ramilletes que claman
un espacio entre las uvas que dormitan
en las uñas de nuestra cama/

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